miércoles, 10 de octubre de 2012

October Tenth

Con tanto respirar humo del metro y beber cloro en la piscina creo que la buena de mi ama está perdiendo la chaveta. Ya no le basta con hablarme en sueños sino que además ahora le ha dado por escribir sinsentidos. Malísimos, por cierto. ¡Si Benedetti levantara la cabeza…!

October Tenth

Todo empezó a medianoche.
Lo recuerdo. Parecían las seis.
Hacía frío a doscientos sesenta metros del suelo
y la luz se refugiaba en un gigante de hierro y cristal
a la espera del alba.
Un chai latte dibujado en tinta azul
sobre un cuaderno castaño
fue testigo del violeta en tu bolsillo,
contagiado por la calma soleada
del laberinto de espejos.
Después, una brújula apuntó hacia el extravío
y el extrañamiento extemporáneos.
A lomos de un ornitorrinco,
la antorcha inmóvil de una gran dama
iluminaba el silencio del agua
inmune a los flashes;
estrellas urbanas titilaban a lo lejos,
gélidas y hermosas.
El día duró treinta horas. Lo recuerdo
porque esa noche aprendí
que la vida cobra caro su presente:
te arrebata a una persona,
                                            te concede una ciudad.
10/10/10 12