Con tanto respirar humo del metro y beber cloro en la
piscina creo que la buena de mi ama está perdiendo la chaveta. Ya no le
basta con hablarme en sueños sino que además ahora le ha dado por escribir
sinsentidos. Malísimos, por cierto. ¡Si Benedetti levantara la cabeza…!
October Tenth
Todo empezó a medianoche.
Lo recuerdo. Parecían las
seis.
Hacía frío a doscientos
sesenta metros del suelo
y la luz se refugiaba en un
gigante de hierro y cristal
a la espera del alba.
Un chai latte dibujado en
tinta azul
sobre un cuaderno castaño
fue testigo del violeta en
tu bolsillo,
contagiado por la calma
soleada
del laberinto de espejos.
Después, una brújula apuntó
hacia el extravío
y el extrañamiento extemporáneos.
A lomos de un ornitorrinco,
la antorcha inmóvil de una
gran dama
iluminaba el silencio del
agua
inmune a los flashes;
estrellas urbanas titilaban
a lo lejos,
gélidas y hermosas.
El día duró treinta horas.
Lo recuerdo
porque esa noche aprendí
que la vida cobra caro su presente:
te arrebata a una persona,
te concede una ciudad.
10/10/10 12