domingo, 30 de marzo de 2014

On recommence!

El jueves 20 de marzo se produjo un hecho relevante en todo el hemisferio septentrional: esa tarde entró la primavera meteorológica. A las 17:57, para ser exactos.

Ese, sin embargo, no fue el evento más significativo de la jornada. Hubo otro acontecimiento de repercusiones planetarias que a pesar de todo pasó completamente desapercibido para los bípedos: el 20 de marzo, a eso de las 11:30 de la mañana, Volunti Robles dio por concluido su letargo invernal.

Como todo durmiente recién levantado, mi primera preocupación fue la de situarme, cronológica y geográficamente. ¿En dónde estaba, qué mes era, han florecido ya las encinas? Enseguida descubrí que seguía en el mismo lugar en el que me había quedado dormida a mitad de noviembre, con sus paredes tapizadas de libros y sus gotas de agua resbalando por los cristales. En apariencia nada había cambiado, como si la habitación y su ocupante hubiesen permanecido pacientemente en hibernación ellos también.

Entonces me di cuenta de que lo que me había despertado era la voz de mi ama al teléfono, quien colgó a continuación con los ojos plagados de lágrimas y una sonrisa llena de incredulidad de la que fui el único testigo. Fue así como nuestras vidas dieron un nuevo giro, aunque este se disfrace de escenarios familiares. Porque todos merecemos una segunda oportunidad, hasta las ciudades.

En una siesta de cuatro meses y medio caben multitud de sueños. Muchos son agradables, unos pocos angustiosos o aterradores y algunos, los menos, concluyen con un beso que rompe el hechizo. Pero los mejores, sin lugar a dudas, son aquellos que dan comienzo cuando uno despierta.

Próxima parada: Madrid.