jueves, 7 de septiembre de 2017

Counting Blessings

–Tienes muchos amigos, ¿verdad? – Sonaba casi a reproche.

Ella dio un respingo y se detuvo un momento a recapacitar. Desde el otro lado de la habitación, yo casi podía escuchar sus pensamientos: ¿Qué quería decir esa pregunta? ¿Cuántos amigos son muchos? ¿Cómo se mide eso?

La amistad es una de esas virtudes de los humanos que los vuelve ligeramente más soportables. Hay algo de mágico en esos vínculos invisibles que unen a bípedos a través de la distancia y de las estaciones y que, pese a ambas, se mantienen inmutables. Creo que nunca dejaré de maravillarme de lo emocionante que resulta presenciar el reencuentro de dos personas que hace tiempo que no se ven y que, cinco minutos más tarde, parece que jamás llegaron a separarse. En este lustro que llevo observando a los simios, erráticos y volubles como son, he llegado a la conclusión de que cada uno de estos lazos constituye un pequeño milagro.

Sé que no es la primera vez que digo esto, pero mi dueña tiene suerte. Quizás bastante más de la que objetivamente se merece, simplemente porque me cuesta creer que se pueda concentrar tanta buena fortuna en el mismo individuo. Su camino, que en parte también es el de Sinnombre y el mío, ha estado siempre transitado por humanos extraordinarios de paciencia infinita. Lo sorprendente del asunto, que conste, no es que la gente buena exista, sino que, por algún motivo inexplicable, no salgan huyendo en dirección opuesta en cuanto conocen más a fondo a mi ama. Sí, sé que esta frase también es repetida, pero de veras que una cosa es aguantarla un ratito y otra muy distinta tenerla de compañera de piso.   

Ayer hizo exactamente un año desde que recibimos a nuestra primera visitante en lo que entonces aún prometía ser un refugio y finalmente acabó siendo un escenario de pesadilla. En estos doce meses hemos tenido el honor de dar la bienvenida a doce invitados (más otros seis en tránsito igualmente importantes) y, se mire por donde se mire, estoy absolutamente admirada de que tantos bípedos se hayan tomado la molestia de acercarse hasta esta esquinita remota de la isla para pasar un rato con nosotras. Cuando pienso que hay gente que se ha cruzado un océano o medio continente para arrancar dos años de nuestros respectivos calendarios, o gente que ha venido en pleno diciembre pese a que odia el frío y las nubes, o visitantes reincidentes, me planteo cómo bellotas podrá mi humana devolver alguna vez todo este cariño. Desde que se marchó vive permanentemente con la sensación de que no tiene tiempo suficiente para cuidar a todo el mundo del modo en que le gustaría, y empieza a ser recurrente el sentimiento de culpabilidad al descubrirse incapaz de recordar una fecha, un evento concreto o que a una de sus invitadas no le gusta el plátano. Sé que a veces la angustia la idea de que alguien considere que ha sido olvidado.

La sabiduría popular dice que quien mucho abarca, poco aprieta. Desconozco si esta máxima es aplicable a la capacidad humana para establecer relaciones profundas entre semejantes, pero me surge la duda de si ese sería el juicio implícito en la pregunta que le hicieron a mi dueña. En cualquier caso, resultaría absurdo instaurar cuotas: ¿cómo no intentar retener a todas aquellas personas que valen la pena?

Yo tampoco sé calcular si mi ama dista mucho de la mediana estadística en lo que respecta a atesorar amigos, pero querría pensar que no se trata tanto de valores cuantitativos como cualitativos. Sean muchos o pocos, estén lejos o vivan en el apartamento de abajo, lo fundamental es que entre todos van logrando mantenerla cuerda, y les estoy tremendamente agradecida por ello porque bastante rarita es ya sin tener que ponerle una camisa de fuerza. Así que gracias a todos los que han venido, gracias a todos los que están viniendo, gracias a todos los que vendrán. Gracias a todos los que ya están aquí, a los que se lo están pensando, y a los que no contemplan estarlo pero encuentran otros modos de materializarse. Pese a mi proverbial misantropía, reconozco que es bonito tener tu vida llena de pequeños milagros.

Feliz cumpleaños, visitante número 001.