domingo, 22 de enero de 2017

The Chronicles of Anglia

Esta es la crónica del descenso hacia la noche.
Esta es la crónica del frío incapacitante que no permite apartarse del radiador, ni quitarse el abrigo, ni levantarse de la cama.
Esta es la crónica de ropa húmeda en armarios y lechos, templada con secadores de pelo y radiadores.
Esta es la crónica de un agua tan helada que duelen las manos al tocarla y la garganta al beberla.
Esta es la crónica de las horas extras voluntarias y del inventar excusas para retrasar el momento de irse a casa.
Esta es la crónica de dedos tan ateridos que son incapaces de extraer una tarjeta de crédito del cajero.
Esta es la crónica del dolor contra un suelo de cemento, del no poder andar. Del no poder bailar.
Esta es la crónica de los bultos distantes, las manchas traidoras, los latidos truncados.
Esta es la crónica de la extenuación, de la duermevela constante, de amaneceres anquilosados y crujientes.
Esta es la crónica de los ojos vidriosos sin previo aviso y sin picar cebolla, de la duda, de la angustia, de la frustración y de la desesperanza.
Esta es la crónica de la ardilla que prefirió callarse a encadenar retahílas de cosas tristes.

Esta es la crónica del ascenso hacia la luz.
Esta es la crónica de sábanas cálidas, de ropa seca, de noches serenas.
Esta es la crónica de las duchas sin tiritar y de los grifos monomando.
Esta es la crónica de amaneceres cada vez más madrugadores y de atardeceres progresivamente tardíos.
Esta es la crónica de las sorpresas de bienvenida, de las manos tendidas y las palabras de aliento.
Esta es la crónica de los (a)brazos que deshielan almas y sanan cuerpos.
Esta es la crónica de corazas invisibles pero inquebrantables con las que blindarse de las ventiscas, de las goteras, de la indiferencia y del moho.
Esta es la crónica de una anciana que envió estrellas de papel con las que fabricar escaleras para observar el cielo. Es la crónica de una nieta que no halló un modo distinto, o mejor, de decir adiós.
Esta es la crónica del aprendizaje y del crecimiento, de la humildad, del agradecimiento.
Esta es la crónica del retorno de los sueños con los que imaginar hogares en los que merecer ser feliz y de las palabras con las que describirlos.
Esta es la crónica de una ardilla testaruda e inconformista que no está dispuesta a permitir que su ama se pierda en el frío y la oscuridad.